El empresario Elon Musk ha sorprendido al anunciar que reducirá significativamente su participación en la política de Estados Unidos. Durante una conferencia en Doha organizada por Bloomberg, el magnate tecnológico afirmó que dejará de invertir en campañas políticas, marcando un abrupto cambio tras años de fuerte activismo e influencia en el Partido Republicano. Musk declaró: “Voy a hacer mucho menos en términos de gasto político”.
La decisión ha causado conmoción dentro del Partido Republicano, donde Musk era considerado no solo un importante financiador —con más de 300 millones de dólares destinados a respaldar a Donald Trump en 2024—, sino también un influyente operador mediático y político. Desde su cargo en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Musk impulsó polémicas medidas de austeridad que lo convirtieron en una figura divisiva en el gabinete presidencial.
Esta retirada se da tras una serie de consecuencias negativas para Musk, entre ellas la caída del 13% en las ventas de Tesla en el primer trimestre de 2025. El rechazo por parte de consumidores progresistas y diversos actos vandálicos en agencias de autos marcaron un giro en la percepción pública del empresario. Su imagen como “destructor del Estado”, reforzada por su relación con figuras como Javier Milei, se volvió un arma de doble filo.
Además, la derrota de un candidato judicial en Wisconsin que había sido respaldado públicamente por Musk, fue interpretada como una señal del creciente rechazo popular hacia su figura política. Esto habría sido un punto de inflexión que lo llevó a tomar distancia de la política activa.
Aunque asegura que ahora se enfocará en sus empresas, Musk dejó abierta la posibilidad de volver al ruedo político “si surge una razón”. Por ahora, busca bajar el perfil tras una etapa marcada por la confrontación. Consultado sobre su futuro en Tesla, el empresario bromeó: “Sí… bueno, podría morir”, dejando una vez más en claro su estilo impredecible.
