Miryam, una mujer de 67 años oriunda de Armenia, Quindío (Colombia), se volvió viral en TikTok tras revelar que ha logrado adquirir dos viviendas gracias a su singular modelo de negocio: la venta de chismes de sus vecinos.
La pensionada explica que su “servicio” consiste en registrar rumores del vecindario —principalmente infidelidades— anotarlos en una libreta y organizarlos en un tablero con fotos. Vende esos “chismes suaves” por entre 5.000 y 10.000 pesos colombianos (unos 23–46 pesos mexicanos), mientras que los más jugosos, como casos de infidelidad, pueden alcanzar los 700.000 pesos (aproximadamente 160 USD).
Miryam afirma que muchas personas prefieren pagar por obtener información antes de que se filtre, o incluso para que ella guarde secretos, lo que ha convertido su labor en una fuente confiable de dinero. Según ella, su negocio ha sido tan exitoso que ya le permitió comprar dos propiedades, respaldado por cientos de monedas y billetes observables en su alcancía .
Sin embargo, esta práctica ha generado cierto malestar comunitario: algunos vecinos han criticado la invasión a la privacidad, aunque ella sostiene que trabaja con datos reales y pruebas documentadas, y que su reputación como “chismosa profesional” la avala. “Yo nunca digo nada a la deriva… me gusta que sea con la verdad, con pruebas”.
El caso de Miryam abrió un debate sobre los límites éticos de lucrar con información personal y la vulnerabilidad de la privacidad en pequeños entornos sociales. Si bien su historia se celebra como una muestra de ingenio y emprendimiento, también plantea preguntas sobre responsabilidad y respeto en el ejercicio de este inusual oficio.
