
El planeta futbolístico abrió el 9 de diciembre con un intenso debate internacional sobre el próximo Mundial 2026, el primero en la historia que contará con 48 selecciones. Especialistas, entrenadores, exjugadores y analistas han expresado preocupación por la saturación del calendario deportivo, ya que el torneo pasará de 64 a 104 partidos, un incremento que muchos consideran excesivo para el rendimiento físico de los jugadores y para la calidad del espectáculo.
Los cuestionamientos se centran principalmente en los riesgos de lesiones, la falta de descanso en un calendario ya cargado de torneos continentales y compromisos de clubes, así como en el posible debilitamiento competitivo de la fase de grupos. El formato ampliado incluirá más selecciones debutantes, lo que ha sido celebrado por muchos países, pero al mismo tiempo ha generado dudas sobre si la competitividad disminuirá en las primeras fases del torneo.
Organizaciones ambientales también han mostrado inquietud debido al notable incremento en viajes aéreos que implicará mover equipos, selecciones, cuerpos técnicos, medios y aficionados entre las múltiples sedes en Norteamérica. Señalan que el impacto ecológico será significativamente mayor respecto a ediciones previas, por lo que piden a los organizadores considerar medidas de compensación y sostenibilidad.
A pesar de las críticas, los países sede —Estados Unidos, México y Canadá— aseguran estar preparados para recibir el torneo más grande de la historia. Autoridades deportivas han reiterado que la ampliación permitirá una participación más inclusiva y global, fortaleciendo el crecimiento del futbol en regiones emergentes. El debate continúa y se perfila a ser uno de los temas más comentados rumbo a la Copa Mundial.




